viernes, 3 de septiembre de 2010

Patti Smith - Horses

patti

1. Gloria
2. Redondo Beach
3. Birdland
4. Free Money
5. Kimberly
6. Break It Up
7. Land: Horses/Land Of A Thousand Dances/La Mer (De)
8. Elegie
9. My Generation

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JORGE CAFRUNE Y MARITO

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Bruce Springsteen - The River

TheRiver

 

Disco uno
  1. "The Ties That Bind" - 3:34
  2. "Sherry Darling" - 4:03
  3. "Jackson Cage" - 3:04
  4. "Two Hearts" - 2:45
  5. "Independence Day" - 4:50
  6. "Hungry Heart" - 3:19
  7. "Out in the Street" - 4:17
  8. "Crush on You" - 3:10
  9. "You Can Look (But You Better Not Touch)" - 2:37
  10. "I Wanna Marry You" - 3:30
  11. "The River" - 5:01
Disco dos
  1. "Point Blank" - 6:06
  2. "Cadillac Ranch" - 3:03
  3. "I'm a Rocker" - 3:36
  4. "Fade Away" - 4:46
  5. "Stolen Car" - 3:54
  6. "Ramrod" - 4:05
  7. "The Price You Pay" - 5:29
  8. "Drive All Night" - 8:33
  9. "Wreck on the Highway" - 3:54

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HOMERO ARIDJIS - Fragmento de Persáfone

Ha vuelto la sin hijos. Se sienta cansada y parpadeante. Se relaja en la silla. Se estira más las medias. Ha vuelto y yo retorno. Yo vuelvo a reencontrarme. Anda hacia atrás imagen por imagen, deshilvano lo atado. Voy de ahora en ahora, de segundo en segundo hasta tener su cara, hasta oír sus pasos que iban a la cópula.
La incorporo a su cuerpo. Doto a su pecho de se¬nos florecientes; nombro sus muslos donde estaba el vacío. Pongo en su carne labios. Hablo en su boca lengua. Llevo a sus ojos párpados, a su cabeza pelo. Doy a sus dedos diez uñas insensibles, diez filos que me arañan.
Mirándola la busco. Buscándola la pierdo. Las alas que le presto son alas que no tengo. El aire que respira es aire que no es mío. Lo ido ido está.
Gradualmente la pienso. La acoso con palabras, la conmino a que venga al sueño que la sueña. Le digo a su fantasma que el mundo es más irreal que ella, que el sueño que me sueña también la está llamando.
También la está llamando, con el crujir de mesas y el arder del tiempo, con la frente azul de ese hombre que habla sin parar, con las manecillas locas que dan vueltas al círculo de múltiples relojes, con frases que se elevan, y elevadas no vuelven.

Perséfone se disculpa. Dice que estuvo con él sin deseo alguno. Abusa de detalles. Remueve lo su¬cedido. Lava su memoria como a un vestido sucio que al quererlo limpiar se mancha más.
Dos clientes se acercan por atrás y le tapan los ojos; le halagan los oídos; le tocan un pezón y le tocan el cuello. Ella ríe, para mostrarle a un viejo que la mira, la blancura pareja de su dientes, el aguijón inocuo de su lengua.
Al abrir su bolso, cae al suelo un peine de carey, un retrato, un espejo de mano, una moneda; recoge primero el peine, el espejo de mano, la moneda.

Después, hace mucho tiempo, pisotea mi retrato.
Acaba de desnudarse, de compartirse, de girar, por su expresión, eficazmente.
Puso en el diván unas prendas, un sonido, un movimiento que nunca volverán a repetirse.
Hábil para intimidar, para superar inhibiciones, se acostó, se dejó acariciar y acarició, entrañó lo entrañable, comió lo comestible; dio curso al cauce y a sus impulsos fin; abrazó con anudada prosa.
Alguien está en frente de ella como un resucitado.
Alguien arroja líquido a la cabellera de Jazmín, y la destiñe; alguien jalonea los pechos de Rosario, y copos de lana se esparcen por el piso.
Cuatro botones blancos desde ese suéter miran: oblea, tinta y pluma..., y un talador salvaje derriba a Susi contra el suelo, y queda sobre ella cual pesada y envolvente manta.

Se escucha un oui, un yes y un sí en una sola boca, debajo de una mesa. Unos muslos se abren abajo con los pies arriba.
Una joven camina con flores como senos y un tallo encendido como talle.
Una mujer me mira, y quiere detenerse cuando yo la miro, pero los clientes y rameras que vienen detrás de ella, la empujan.
Un payaso me habla, exige mi atención con mue¬cas, y cuando hago el gesto de atenderlo, se retira riendo. El dueño aconseja a un mesero con una voz que parece salir dando traspiés: con la nuca huesuda, echada para atrás, el confidente escucha.

Puedo ver al intemperante silbador de hazañas, elástico y seguro. Saluda a los que pasan, como si éstos al rozarlo le hablaran, lo reconocieran. Un olor enmohecido se desprende de él.
Al sentirme mirándolo vuelve los ojos, y sonríe. Tiene sueño en las orejas y el alma en el sótano. Tiene deseo en el sexo. Tiene ojos en el tacto. Su cuerpo de pie, yace dormido. Mujeres ojizainas y ojizarcas lo contemplan. Un vasto guardarropa móvil y desnudo lo celebra. Rameras que son per¬las enhebradas en un hilo que es tiempo, se añaden a su sonambulismo.
En medio de un programa de ruidos, de desplazamientos que se le quedan en el primer piso, o que a veces le llegan al desván, y ahí lo habitan como huéspedes filiales.

Bajo la playera manchada colores suda, con el mentón preciso y los ojos opacos, con los brazos henchidos y morenos. Boleados los zapatos y la cara limpia. Sin cinturón y una colilla entre los dedos. Varonil a cada centímetro de piel, a cada órgano, vísceras, en su talón de Aquiles y en lo que no se ve de él, en lo que siempre estará lejos, invisiblemente atormentado y lejos.
Colmado de respuestas, que en verdad, son preguntas.
Mirándonos desde un vértigo considerable. Decidido entre álgidas mitades por emanaciones vivas, que al dejarlo son muertes.
En su cabeza, cada sonido tiene muchos ecos, cada color muchas penumbras. Es cosa fúnebre, en verdad, lo que creemos vivo.

Ludovic Goubet

Ludovic Goubet

JUAN CARLOS ONETTI - Esbjerg en la costa

 

Juan Carlos Onetti - Esbjerg en La Costa