miércoles, 20 de julio de 2011

ARCIPRESTE DE HITA –Del Libro de buen amor- DE CÓMO DOÑA VENUS INSTRUYÓ AL ARCIPRESTE

Si la primera ola de la mar airada
espantara al marinero, cuando viene la tormenta,
nunca entraría en la mar en su nave bien claveteada:
no te espante tampoco la mujer a la primera vez.

Jura muchas veces el vendedor carero,
no dar su mercancía sino a buen precio,
pero si el comprador es artero y porfiado,
se lleva la mercancía como buen corredor.

Sírvela con gran arte y dala por tuya:
el can que mucho lame, sin duda sangre saca;
maestría y arte hacen del fuerte flaco,
el conejo, con maña, domina a la vaca.

La piedra de moler, pesada, con maestría y arte
se arranca de una peña grande:
y por industria anda ligera alrededor;
la dueña se moverá si es artero el seguidor.

Con arte se quebrantan los corazones duros,
tómanse las ciudades, derríbame los muros,
caen las torres fuertes, álzame pesos duros,
por arte juran muchos, por arte son perjuros.

Con arte se pescan los peces bajo el agua
y a pie enjuto se corre por el fondo del mar,
con arte y con oficio muchas cosas abundan,
y por arte no hay nada a que tú no respondas.

Al pobre, con arte, le basta un oficio sin importancia,
al culpable le salva el arte del maleficio,
el que lloraba como pobre, canta rico en la abundancia,
el deseo de servir hace andar a caballo al peón.

Los señores irritados de extraña manera,
en el mucho servicio pierden gran parte de su enojo;
sirviendo bien vencen los caballeros españoles:
que una mujer sea vencida no es cosa singular.

No puede transmitirse por herencia de parientes a parientes
la ocupación ni él oficio, el saber ni la ciencia;
no pueden obtener de la dueña ni amor ni benevolencia.
Todo lo da el trabajo, el trato y el coraje.

Aunque te diga no, y aunque se enfade contigo,
no dejes de servirla, ni mengue tu afán,
sirviéndola anéguese tu corazón:
no es posible que no se mueva campana que se tañe

Con esto podrás vencer a tu amiga,
la que antes era enemiga, ahora querrá amarte:
los lugares que ella suele frecuentar diariamente
debes tú recorrerlos muy a menudo.

Y si la ocasión se presentare, díle hermosos chistes,
acicaladas palabras, con gestos amorosos:
con palabras dulces y decires sabrosos
aumenta mucho el amor y se hace más deseable.

La juventud anhela mucho el placer
y la mujer quiere por amigo al hombre alegre,
al enojón y al torpe no los aprecia un higo:
tristeza y riñas engendran malos enemigos.

La alegría hace al hombre apuesto y hermoso,
más sutil e intrépido, más franco y más decidor;
no olvides los suspiros, suspira aunque no lo sientas
y no seas muy parlanchín, no te tenga por mentiroso.

Por muy pequeña cosa se pierde el amor de la mujer;
por pequeña que sea la falta que puedas tener
tomará por ello tan gran enojo, que querrá aborrecerte:
si a ti mismo no te aconteció puede acontecerte.
Cuando hablares con ella, si la ocasión se presenta,
poco a poco, como con miedo, no dejes de meterle la mano,
ella desea muchas veces lo que te está negando
y te dará lo que ni te imaginas, si no cesas de trabajar.

Toda mujer ama al hombre de empuje:
más desea tal hombre que todos los bienes apetecibles;
tienen las manos delgadas, los calcañares podridos,
como obligados lo hacen todo: lo poco y lo mucho.

Más le gusta a la mujer ser un poco forzada
que decir "haz lo que quieras", como una desvergonzada;
haciéndole un poquito de fuerza, parécele como que tiene disculpa.
Por lo demás, es cosa probada que así obran hasta las hembras de los animales.

Todas las hembras tienen estas mañas:
al comienzo del hecho parece que se oponen,
muéstrame muy sañudas y hacen que regatean,
amenazan; mas no hieren: estando en celo son arteras.

Aunque sea brava y brame la mujer cortejada,
nunca el buen cortejador se empereza por esto:
la mujer enojona a quien el varón hostiga
termina vencida por los cortejos, por muy brava que sea.

El miedo y la vergüenza hacen que las mujeres
no hagan lo que desean tanto como tú:
la cosa no queda por no querer: tú siempre que pudieres,
toma de la mujer lo que de ella quisieres.

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