lunes, 31 de mayo de 2010

Federico García Lorca - Oda a Walt Whitman

Por el East River y el Bronx
los muchachos cantaban enseñando sus cinturas,
con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo.
Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas
y los niños dibujaban escaleras y perspectivas.

Pero ninguno se dormía,
ninguno quería ser el río,
ninguno amaba las hojas grandes,
ninguno la lengua azul de la playa.

Por el East River y el Queensborough
los muchachos luchaban con la industria,
y los judíos vendían al fauno del río
la rosa de la circuncisión
y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados
manadas de bisontes empujadas por el viento.

Pero ninguno se detenía,
ninguno quería ser nube,
ninguno buscaba los helechos
ni la rueda amarilla del tamboril.

Cuando la luna salga
las poleas rodarán para tumbar el cielo;
un límite de agujas cercará la memoria
y los ataúdes se llevarán a los que no trabajan.

Nueva York de cieno,
Nueva York de alambres y de muerte.
¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?
¿Qué voz perfecta dirá las verdades del trigo?
¿Quién el sueño terrible de sus anémonas manchadas?

Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman,
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro,
enemigo de la vid
y amante de los cuerpos bajo la burda tela.
Ni un solo momento, hermosura viril
que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.

Ni un sólo momento, Adán de sangre, macho,
hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman,
porque por las azoteas,
agrupados en los bares,
saliendo en racimos de las alcantarillas,
temblando entre las piernas de los chauffeurs
o girando en las plataformas del ajenjo,
los maricas, Walt Whitman, te soñaban.

¡También ese! ¡También! Y se despeñan
sobre tu barba luminosa y casta,
rubios del norte, negros de la arena,
muchedumbres de gritos y ademanes,
como gatos y como las serpientes,
los maricas, Walt Whitman, los maricas
turbios de lágrimas, carne para fusta,
bota o mordisco de los domadores.

¡También ése! ¡También! Dedos teñidos
apuntan a la orilla de tu sueño
cuando el amigo come tu manzana
con un leve sabor de gasolina
y el sol canta por los ombligos
de los muchachos que juegan bajo los puentes.

Pero tú no buscabas los ojos arañados,
ni el pantano oscurísimo donde sumergen a los niños,
ni la saliva helada,
ni las curvas heridas como panza de sapo
que llevan los maricas en coches y terrazas
mientras la luna los azota por las esquinas del terror.

Tú buscabas un desnudo que fuera como un río,
toro y sueño que junte la rueda con el alga,
padre de tu agonía, camelia de tu muerte,
y gimiera en las llamas de tu ecuador oculto.

Porque es justo que el hombre no busque su deleite
en la selva de sangre de la mañana próxima.
El cielo tiene playas donde evitar la vida
y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora.

Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño.
Éste es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades,
la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados,
y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.

Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo
por vena de coral o celeste desnudo.
Mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.

Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whítman,
contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada,
ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero,
ni contra los solitarios de los casinos
que beben con asco el agua de la prostitución,
ni contra los hombres de mirada verde
que aman al hombre y queman sus labios en silencio.
Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades,
de carne tumefacta y pensamiento inmundo,
madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño
del Amor que reparte coronas de alegría.

Contra vosotros siempre, que dais a los muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
Faeries de Norteamérica,
Pájaros de la Habana,
Jotos de Méjico,
Sarasas de Cádiz,
Ápios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Floras de Alicante,
Adelaidas de Portugal.

¡Maricas de todo el mundo, asesinos de palomas!
Esclavos de la mujer, perras de sus tocadores,
abiertos en las plazas con fiebre de abanico
o emboscadas en yertos paisajes de cicuta.

¡No haya cuartel! La muerte
mana de vuestros ojos
y agrupa flores grises en la orilla del cieno.
¡No haya cuartel! ¡Alerta!
Que los confundidos, los puros,
los clásicos, los señalados, los suplicantes
os cierren las puertas de la bacanal.

Y tú, bello Walt Whitman, duerme a orillas del Hudson
con la barba hacia el polo y las manos abiertas.
Arcilla blanda o nieve, tu lengua está llamando
camaradas que velen tu gacela sin cuerpo.
Duerme, no queda nada.
Una danza de muros agita las praderas
y América se anega de máquinas y llanto.
Quiero que el aire fuerte de la noche más honda
quite flores y letras del arco donde duermes
y un niño negro anuncie a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.

Patxi Andión

 

RAGNAR AXELSSON

RAGNAR AXELSSON

Bob Dylan - The Best of Bob Dylan (2005)

 

01 Blowin' in the Wind (2:48)
02 Times They Are A-Changin' (3:14)
03 Mr. Tambourine Man (5:27)
04 Like a Rolling Stone (6:10)
05 Rainy Day Women #12 & 35 (4:35)
06 All Along the Watchtower (2:32)
07 Lay, Lady, Lay (3:19)
08 Knockin' on Heaven's Door (2:31)
09 Tangled Up in Blue (5:41)
10 Hurricane (8:34)
11 Forever Young (4:56)
12 Gotta Serve Somebody (5:24)
13 Jokerman (6:16)
14 Not Dark Yet (6:29)
15 Things Have Changed (5:09)
16 Summer Days (4:51)

The Best Of Bob Dylan

domingo, 30 de mayo de 2010

Seal- Soul (2008)

01. A Change Is Gonna Come
02. I Can't Stand The Rain
03. It's A Man's Man's Man's World
04. Here I Am (Come And Take Me)
05. I've Been Loving You Too Long
06. It's Alright
07. If You Don't Know Me By Now
08. Knock On Wood
09. I'm Still In Love With You
10. Free
11. Stand By Me
12. People Get Ready

Sou

Multiply

Beatles - Let It Be

01 - Two Of Us
02 - Dig A Pony
03 - Across The Universe
04 - I Me Mine
05 - Dig It
06 - Let It Be
07 - Maggie Mae
08 - I've Got A Feeling
09 - One After 909
10 - The Long And Winding Road
11 - For You Blue
12 - Get Back

Let It Be

Pasión Vega Banderas De Nadie (2003)

1.María Se Bebe Las Calles - 4:01
2.Desnuda Tengo El Alma - 3:39
3.Y Además... - 3:49
4.A Orillas De La Ciudad - 3:48
5.La Canción Del Pirata - 3:07
6.Te Quiero Tanto - 3:51
7.Donde Están Los Besos - 3:37
8.Lunares - 4:47
9.Colgados Del Cielo - 3:59
10.Lejos De Lisboa - 2:59

Banderas De Nadie

Multiply

Bebe - Pafuera telarañas

1.Men señará - 3:38
2.Ella - 3:36
3.Con mis manos - 2:57
4.Siempre me quedará - 3:27
5.Malo - 3:37
6.Ska de la tierra - 3:42
7.El golpe - 3:57
8.Revolvió - 3:46
9.Como los olivos - 3:57
10.Cuidándote - 3:51
11.Siete horas - 3:25
12.Tu silencio - 3:50
13.Razones - 2:51

Pafuera telarañas

Multiply

TOMAS SEGOVIA - BESOS

Mis besos lloverán sobre tu boca oceánica
primero uno a uno como una hilera de gruesas gotas
anchas gotas dulces cuando empieza la lluvia
que revientan como claveles de sombra
luego de pronto todos juntos
hundiéndose en tu gruta marina
chorro de besos sordos entrando hasta tu fondo
perdiéndose como un chorro en el mar
en tu boca oceánica de oleaje
caliente besos chafados blandos anchos como el peso de la plastilina
besos oscuros como túneles de donde no se sale vivo
deslumbrantes como el estallido de la fe
sentidos como algo que te arrancan
comunicantes como los vasos comunicantes
besos penetrantes como la noche glacial en que todos nos abandonaron
besaré tus mejillas
tus pómulos de estatua de arcilla adánica
tu piel que cede bajo mis dedos
para que yo modele un rostro de carne compacta idéntico al tuyo
besaré tus ojos más grandes que tú toda
y que tú y yo juntos y la vida y la muerte
del color de la tersura
de mirada asombrosa como encontrarse en la calle con uno mismo
como encontrarse delante de un abismo
que nos obliga a decir quién somos
tus ojos en cuyo fondo vives tú
como en el fondo del bosque más claro del mundo
tus ojos llenos de aire de las montañas
y que despiden un resplandor al mismo tiempo áspero y dulce
tus ojos que tú no conoces
que miran con un gran golpe aturdidor
y me inmutan y me obligan a callar y a ponerme serio
como si viera de pronto en una sola imagen
toda la trágica indescifrable historia de la especie
tus ojos de esfinge virginal
de silencio que resplandece como el hielo
tus ojos de caída durante mil años en el pozo del olvido
besaré también tu cuello liso y vertiginoso como un tobogán inmóvil
tu garganta donde puede morderse la amargura
tu garganta donde la vida se anuda como un fruto, que se puede morder
y donde el sol en estado líquido circula por tu voz y tus venas
como un coñac ingrávido y cargado de electricidad
besaré tus hombros construidos y frágiles como la ciudad de Florencia
y tus brazos firmes como un río caudal
frescos como la maternidad
rotundos como el momento de la inspiración
tus brazos redondos como la palabra Roma
amorosos a veces como el amor de las vacas por los terneros
y tus manos lisas y buenas como cucharas de palo
tus manos como esos pedazos de la noche que de pronto caen revoloteando en la mitad del día
tus manos incitadores como la fiebre
o blandas como el regazo de la madre del asesino
tus manos que apaciguan como saber que la bondad existe
besaré tus pechos globos de ternura
besaré sobre todo tus pechos más tibios que la convalecencia
más verdaderos que el rayo y que la soledad
y que pesan en el hueco de mi mano como la evidencia en la mente del sabio
tus pechos pesados fluidos tus pechos de mercurio solar
tus pechos anchos como un paisaje escogido definitivamente
inolvidables como el pedazo de tierra donde habrán de enterrarnos
calientes como las ganas de vivir
con pezones delicados iridiscentes florales
besaré tus pezones de milagro y dulces alfileres
que son la punta donde de pronto acaba chatamente
la fuerza de la vida y sus renovaciones
tus pezones de botón para abrochar el paraíso
de retoños del mundo que echa flores de puro júbilo
tus pezones submarinos de sabor a frescura
besaré mil veces tus pechos que pesan como imanes
y cuando los aprieto se desparraman como el sol en los trigales
tus pechos de luz materializada y de sangre dulcificada
generosos como la alegría de aceptar la tristeza
tus pechos donde todo se resuelve
donde acaba la guerra la duda la tortura
y las ganas de morirse
besaré tu vientre firme como el planeta Tierra
tu vientre de llanura emergida del caos
de playa rumorosa
de almohada para la cabeza del rey después de entrar a saco
tu vientre misterioso cuna de la noche desesperada
remolino de la rendición y del deslumbrante suicidio
donde  la  frente  se   rinde  como  una   espada fulminada
tu vientre montón de arena de oro palpitante
montón de trigo negro cosechado en la luna
montón de tenebroso humus incitante
tu vientre regado por los ríos subterráneos
donde aún palpitan las convulsiones del parto de la tierra
tu vientre contráctil que se endurece como un brusco recuerdo que se coagula
y ondula como las colinas
y palpita como las capas más profundas del mar
tu  vientre  lleno de entrañas  de  temperatura insoportable
tu vientre que ruge como un horno
o que está tranquilo y pacificado como el pan
tu vientre como la superficie de las olas
lleno hasta tos bordes de mar de fondo y de resacas
lleno de irresistible vértigo delicioso
como una caída en un ascensor desbocado
interminable como el vicio y como él insensible
tu vientre incalculablemente hermoso
valle en medio de ti en medio del universo
en medio de mi pensamiento
en medio de mi beso auroral
tu vientre de plaza de toros
partido de luz y sombra y donde la muerte trepida
suave al tacto como la espalda negra del toro de la muerte
tu vientre de muerte hecha fuente para beber la vida fuerte y clara
besaré tus muslos de catedral
de pinos paternales
practicables como los postigos que se abren sobre lo desconocido
tus muslos para ser acariciados como un recuerdo pensativo
tensos como un arco que nunca se disparará
tus muslos cuya línea representa la curva del curso
de los tiempos
besaré tus ingles regadas como los huertos mozárabes
traslúcidas y blancas como la vía láctea
besaré tu sexo terrible
oscuro como un signo cuyo nombre no puede decirse sin tartamudear
como una cruz que marca el centro de los centros
tu sexo de sal negra
de flor nacida antes que el tiempo
delicado y perverso como el interior de las caracolas
más profundo que el color rojo
tu sexo de dulce infierno vegetal
emocionante como perder el sentido
abierto como la semilla del mundo
tu sexo de perdón para él culpable sollozante
de disolución de la amargura y de mar hospitalario
y de luz enterrada y de conocimiento
de amor de lucha de muerte de girar de los astros
de sobrecogimiento de hondura de viaje entre sueños
de magia negra de anonadamiento de miel em¬brujada
de pendiente suave como el encadenamiento de las ideas
de crisol para fundir la vida y la muerte
de galaxia en expansión
tu sexo triángulo sagrado besaré
besaré besaré
hasta hacer que toda tú te enciendas
como un farol de papel que flota locamente en la noche

sábado, 29 de mayo de 2010

THE ANIMALS - House of The Rising Sun

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David Brega

David Brega

Miguel Hernández - Vientos del pueblo

Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.

No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.

Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas

Popular Jabalón

Los Lobos 

viernes, 28 de mayo de 2010

Amancio Prada - Sonetos y canciones

 

 
01. A Mercedes en su vuelo
02. Soneto gongorino en que el poeta manda a su amor una paloma
03. Noche del amor insomne
04. El amor duerme en el pecho del poeta
05. Soneto de la carta
06. ¡Ay! voz secreta del amor oscuro
07. El poeta dice la verdad
08. Llagas de amor
09. Ciudad encantada
10. Soneto de la guirnalda de rosas
11. Soneto de la dulce queja
12. El poeta habla por telefono con el amor
13. Gacela del amor desesperado
14. La guitarra
15. Danza la lúa en Santiago
16. Canción de la mariposa
17. Mi niña se fue al mar
18. Canción del lagarto
19. Canción del jinete

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Amancio Prada - Dulce vino de olvido

LINK

Amancio Prada - Hasta otro día Chicho Sánchez Ferlosio 2005

01. El Cantar Tiene Sentido
02. Don Din
03. Pa La Sangre
04. Dulce Vino De Olvido
05. La Vecina
06. Por El Camino Viene
07. Si Las Cosas No Fueran
08. Baraka
09. A Tocchi A Tocchi
10. Ladinadaina
11. Permitame Usted Que Hable
12. Brave Marin
13. Hoy No Me Levanto Yo
14. Tu Cuya Mano
15. Villancico Laico Gitano
16. Guambrita
17. Carcel Por Dentro
18. Pena De Muerte
19. El Mundo Que Ya No Viva

Hasta Otro Día Chicho Sánchez Ferlosio

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SONIA JACH

Miauw

Frauke Eigen

Frauke Eigen

Antón Chejov - Exageró la Nota

La finca a la cual se dirigía para efectuar el deslinde distaba unos treinta o cuarenta kilómetros, que el agrimensor Gleb Smirnov Gravrilovich tenía que recorrer a caballo. Se había apeado en la estación de Grilushki.

(Si el cochero está sobrio y los caballos son de buena pasta, pueden calcularse unos treinta kilómetros; pero si el cochero se ha tomado cuatro copas y los caballos están fatigados, hay que calcular unos cincuenta.)

-Oiga, señor gendarme, ¿podría decirme dónde puedo encontrar caballos de posta? -le preguntó el agrimensor al gendarme de servicio en la estación.

-¿Cómo dice? ¿Caballos de posta? Aquí no hay un perro decente en cien kilómetros a la redonda. ¿Cómo quiere que haya caballos? ¿Tiene usted que ir muy lejos?

-A la finca del general Jojotov, en Devkino.

-Intente en el patio, al otro lado de la estación -dijo el gendarme, bostezando-. A veces hay campesinos que admiten pasajeros.

El agrimensor dio un suspiro y, malhumorado, pasó al otro lado de la estación. Tras muchas discusiones y regateos, se puso de acuerdo con un campesino alto y recio, de rostro sombrío, picado de viruelas, embutido en un chaquetón roto y calzado con unas botas de abedul.

-Vaya un carro -gruñó el agrimensor al subir al destartalado vehículo-. No se sabe dónde está la parte delantera ni la parte trasera...

-Nada más fácil -replicó el campesino-. Donde el caballo tiene la cola es la parte de adelante y donde está sentado su señoría es la parte de atrás.

El caballo era joven, aunque muy flaco, abierto de patas y de orejas caídas. Cuando el campesino, alzándose sobre su asiento, lo azotó con el látigo, el caballo se limitó a sacudir la cabeza; al segundo azote, acompañado de una blasfemia, el carro rechinó y empezó a temblar como si tuviera fiebre. Después del tercer azote, el carro se tambaleó; después del cuarto, se puso en marcha.

-¿Crees que llegaremos a este paso? -preguntó el agrimensor, dolorido por las fuertes sacudidas y maravillado de la habilidad que muestran los carreteros rusos para combinar la marcha a paso de tortuga con sacudidas capaces de arrancarle a uno el alma del cuerpo.

-¡Desde luego! -respondió el carretero, en tono tranquilizador-. El caballo es joven y animoso... Cuando se pone en marcha, no hay modo de detenerlo. ¡Arre-e-e, maldi-i-i-to!

Cuando el carro salió del patio de la estación empezaba a oscurecer. A la derecha del agrimensor se extendía una llanura interminable, oscura y helada. Probablemente conducía al lugar donde Cristo dio las tres voces... En el horizonte, donde la llanura se confundía con el cielo, se extinguía perezosamente el frío crepúsculo de aquella tarde otoñal. A la izquierda del camino, en la oscuridad, se divisaban unos montones que lo mismo podían ser pilas de heno del año anterior que casas rurales. El agrimensor no veía lo que había delante, pues en aquella dirección su campo visual quedaba tapado por la ancha espalda del carretero. La calma era absoluta. El frío, intensísimo. Helaba.

"¡Qué parajes más solitarios! -pensaba el agrimensor, mientras trataba de taparse las orejas con el cuello del abrigo-. Ni un solo árbol, ni una sola casa... Si por desgracia te asaltan, nadie se entera de ello, aunque dispares un cañonazo. Y el cochero no tiene un aspecto muy tranquilizador que digamos... ¡Vaya espaldas! Un tipo así te pega un trompazo y sacas el hígado por la boca. Y su cara es de lo más sospechosa..."

-Oye, amigo -le preguntó al cochero-. ¿Cómo te llamas?

-¿A mí me hablas? Me llamo Klim.

-Dime, Klim, ¿qué tal andan las cosas por aquí? ¿No hay peligro? ¿No hay quienes hagan bromas pesadas?

-No, gracias a Dios. ¿Quién va a gastar bromas en un lugar como éste?

-Me alegro de que no tengan esas aficiones. Pero, por si acaso, voy armado con tres revólveres -mintió el agrimensor-. Y, con un revólver en la mano, el que quiera buscarme las pulgas está arreglado: puedo enfrentarme con diez bandidos, ¿sabes?

La oscuridad era cada vez más intensa. De pronto el carro emitió un quejido, rechinó, tembló y dobló hacia la izquierda, como si lo hiciera de mala gana.

"¿A dónde me lleva este sinvergüenza? -pensó el agrimensor-. Íbamos en línea recta y ahora, de repente, tuerce hacia la izquierda. Sabe Dios... quizás a alguna cueva de bandoleros... y... no sería el primer caso..."

-Escucha -le dijo al campesino-. ¿De veras no son peligrosos estos parajes? ¡Qué lástima! Con lo que a mí me gusta verme las caras con los bandidos... Aquí donde me ves, con mi aspecto flaco y enfermizo, tengo la fuerza de un toro... En cierta ocasión me atacaron unos bandidos. Pues bien, lo sacudí a uno de tal modo, que ahí quedó, ¿entiendes? Y los otros, gracias a mí, fueron enviados a Siberia condenados a trabajos forzados. Ni yo mismo sé de dónde saco tanta fuerza... Tomo con una mano a un hombrón como tú... y lo volteo.

Klim miró de reojo al agrimensor, parpadeó y arreó al caballo.

-Sí, amigo -continuó el agrimensor-. Pobre del que se meta conmigo. Le arranco los brazos, las piernas y, de postre, el bandido tiene que vérselas luego con los tribunales. Todos los jefes de policía y todos los jueces me conocen. Soy un funcionario del Estado, un personaje... La Superioridad sabe que hago este viaje... y está pendiente de que nadie se meta conmigo. A lo largo del camino, detrás de los arbustos, hay soldados apostados y gendarmes apostados. ¡Para! ¡Para! -bramó súbitamente-. ¿Dónde te has metido? ¿Adónde me llevas?

-¿No tiene usted ojos? ¡Al bosque!

"Es cierto, al bosque -pensó el agrimensor-. ¡Me había asustado! Pero no me conviene que este hombre se dé cuenta de mi preocupación... Ya ha notado que tengo miedo. ¿Por qué se vuelve a mirarme tantas veces? Seguro que está tramando algo... Antes avanzaba a paso de tortuga y ahora vuela."

-Oye, Klim, ¿por qué arreas de ese modo al caballo?

-No le he dicho nada. Se ha puesto a galopar por iniciativa suya. Cuando echa a correr, no hay modo de detenerlo... Con esas patas que tiene...

-¡Mientes, amigo! ¡Mientes! Y te aconsejo que no corras tanto. Frena un poco al caballo. ¿Me oyes? ¡Frénalo!

-¿Por qué?

-Porque... porque detrás de mí debían salir otros cuatro camaradas de la estación. Tienen que alcanzarnos... Prometieron alcanzarme en este bosque... El viaje será más entretenido con ellos... Son gente sana, fuerte... los cuatro llevan pistola... ¿Por qué te vuelves tantas veces y te agitas como si tuvieras agujas en el asiento? ¿Eh? ¡Cuidado, amigo! ¿Tengo monos en la cara? Lo único que tengo interesante son mis revólveres... Espera, voy a sacarlos y te los enseñaré... Espera...

El agrimensor fingió rebuscar en sus bolsillos; pero en aquel instante sucedió lo que nunca se hubiera imaginado, a pesar de toda su cobardía; de repente, Klim se lanzó fuera del carro y se dirigió a cuatro patas hacia la espesura del bosque lindante.

-¡Socorro! -empezó a gritar-. ¡Socorro! ¡Llévate el caballo y la carreta, maldito, pero no me condenes el alma! ¡Socorro!

Se oyeron pasos veloces que se alejaban, crujidos de ramas al quebrarse, y luego reinó el silencio. Lo primero que hizo el agrimensor, que jamás se esperaba aquella salida, fue detener el caballo. Luego se acomodó lo mejor que pudo en el carro y empezó a pensar.

"El muy imbécil ha huido, se ha asustado... Bueno, ¿y qué hago yo ahora? No puedo seguir adelante, porque no conozco el camino, y, además, podrían creer que he robado el caballo... ¿Qué hago?"

-¡Klim! ¡Klim!

-¡Klim! -le respondió el eco.

La simple idea de tener que pasar la noche en aquel oscuro bosque, al aire libre, sin más compañía que los aullidos de los lobos, el eco y los relinchos del caballo le ponían la carne de gallina.

-¡Klimito! -empezó a gritar-. ¡Querido! ¿Dónde estás, Klim?

El agrimensor se pasó unas dos horas gritando, y ya se había quedado ronco, se había hecho ya a la idea de pasar la noche en el bosque, cuando una débil ráfaga de viento llevó hasta sus oídos un lamento.

-¡Klim! ¿Eres tú, querido? ¡Acércate!

-¿No... no me matarás?

-Sólo he querido gastarte una broma, querido. ¡Te lo juro! ¡No llevo ningún revólver, créeme! ¡Te he mentido por miedo! ¡Vámonos, por favor! ¡Me estoy helando!

Klim comprendió que si el agrimensor hubiera sido un bandido, como había temido, se habría marchado con el caballo y el carro sin esperar a más. Salió de su escondrijo y se dirigió hacia el vehículo con paso vacilante.

-¡Vamos! -exclamó el agrimensor-. ¡Sube! Te he gastado una broma inocente y te has asustado como un niño.

-¡Dios te perdone! -gruñó Klim, subiendo a la carreta-. Si llego a imaginármelo, no te hubiera llevado ni por cien rublos de plata. Por poco me muero de miedo...

Klim azotó el caballo. El carro tembló. Klim azotó al animal por segunda vez y el vehículo se tambaleó. Después del cuarto azote, cuando el carro se puso en marcha, el agrimensor se tapó las orejas con el cuello del abrigo y se quedó pensativo. Ni el camino ni Klim le parecían ya peligrosos.

Gustavo Adolfo Bécquer - Rima VII. Del salón en el ángulo oscuro

 

Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
               veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en la rama
esperando la mano de nieve
               que sabe arrancarlas!
¡Ay! —pensé—, ¡Cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: “Levántate y anda”!

Benito Moreno 

jueves, 27 de mayo de 2010

Fleetwood Mac - Greatest Hits Live

 
 
Oh Well
Black Magic Woman
World in Harmony
Like It This Way
Only You
Jumpin' At Shadows
Can't Hold On
The Green Manalishi
Red Hot Mama
Stranger Blues
 

Antología poética de Roque Dalton

 

El descanso del guerrero

Los muertos están cada día más indóciles.
Antes era fácil con ellos:
les dábamos un cuello duro una flor
loábamos sus nombres en una larga lista:
que los recintos de la patria
que las sombras notables
que el mármol monstruoso.
El cadáver firmaba en pos de la memoria:
iba de nuevo a filas
y marchaba al compás de nuestra vieja música.
Pero qué va
los muertos
son otros desde entonces.
Hoy se ponen irónicos
preguntan.
Me parece que caen en la cuenta
de ser cada vez más mayoría!

      

Daltónica (Daniel Viglietti)

Pulgarcito de poeta
que se escapa y me cosquilla,
tan alegre, tan sin silla,
tan de amores torrenciales,
tan sin fin.
Alegría de una tierra
que se quita las fronteras,
se desnuda las caderas,
las volcánicas centrales
de una luz.
Yo lo vi,
yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi.
El año treinta y dos
él no vivía y yo lo vi
contando sus historias
de futuro, iba entre mil.
Yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi.
Pobrecitos los poetas,
bendiciones son daltones,
donde hay huesos ven marrones
territorios prometidos
como un sol.
Tan bracito su poesía,
se levanta en los sensuales
laberintos marsupiales
y reparte polen rojo,
se abre en flor.
Yo lo vi,
yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi.
Era el año dos mil,
ya él no vivía y yo lo vi.
La muerte equivocada lo llevó
y él anda aquí;
y yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi.
Pulgarcito de poeta
que se escapa y me cosquilla,
tan alegre, tan sin silla,
tan de amores torrenciales,
tan sin fin.
Crece armado de esperanza,
desentierra lo perdido,
le hace un hijo de sonido
al silencio de ese pueblo
que es maestro de sus sueños.
Que se escapa y nos cosquilla,
tan sin miedo, tan sin silla,
tan amado, tan armado,
tan de todos, Salvador.

Hablar con Roque era como vivir más intensamente, como vivir por dos. Ninguno de sus amigos olvidará las historias acaso míticas de sus antepasados, la visión prodigiosa del pirata Dalton, las aventuras de los miembros de su familia; y otras veces, sin mayor deseo pero obligado por la necesidad de defender un punto de vista, el recuerdo de las prisiones, de la muerte rondando, de la fuga al alba, de los exilios, de las vueltas, la zaga del combatiente, la larga marcha del militante. (Julio Cortázar)

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Daltónica (Daniel Viglietti)

Pulgarcito de poeta
que se escapa y me cosquilla,
tan alegre, tan sin silla,
tan de amores torrenciales,
tan sin fin.
Alegría de una tierra
que se quita las fronteras,
se desnuda las caderas,
las volcánicas centrales
de una luz.
Yo lo vi,
yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi.
El año treinta y dos
él no vivía y yo lo vi
contando sus historias
de futuro, iba entre mil.
Yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi.
Pobrecitos los poetas,
bendiciones son daltones,
donde hay huesos ven marrones
territorios prometidos
como un sol.
Tan bracito su poesía,
se levanta en los sensuales
laberintos marsupiales
y reparte polen rojo,
se abre en flor.
Yo lo vi,
yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi.
Era el año dos mil,
ya él no vivía y yo lo vi.
La muerte equivocada lo llevó
y él anda aquí;
y yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi.
Pulgarcito de poeta
que se escapa y me cosquilla,
tan alegre, tan sin silla,
tan de amores torrenciales,
tan sin fin.
Crece armado de esperanza,
desentierra lo perdido,
le hace un hijo de sonido
al silencio de ese pueblo
que es maestro de sus sueños.
Que se escapa y nos cosquilla,
tan sin miedo, tan sin silla,
tan amado, tan armado,
tan de todos, Salvador.

Hablar con Roque era como vivir más intensamente, como vivir por dos. Ninguno de sus amigos olvidará las historias acaso míticas de sus antepasados, la visión prodigiosa del pirata Dalton, las aventuras de los miembros de su familia; y otras veces, sin mayor deseo pero obligado por la necesidad de defender un punto de vista, el recuerdo de las prisiones, de la muerte rondando, de la fuga al alba, de los exilios, de las vueltas, la zaga del combatiente, la larga marcha del militante. (Julio Cortázar)

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Antonio Muñoz Molina - El invierno en Lisboa

 

Esta historia es un homenaje al cine «negro» americano y a los tugurios en donde los grandes músicos inventaron el jazz, una evocación de las pasiones amorosas que discurren en el torbellino del mundo y el resultado de la fascinación por la intriga que enmascara los motivos del crimen.
Entre Lisboa, Madrid y San Sebastián, la inspiración musical del jazz envuelve una historia de amor. El pianista Santiago Biralbo se enamora de Lucrecia y son perseguidos por su marido, Bruce Malcolm.
Mientras, un cuadro de Cézanne también desaparece y Toussaints Morton, procedente de Angola y patrocinador de una organización ultraderechista, traficante de cuadros y libros antiguos, participa en la persecución. La intriga criminal se enreda siguiendo un ritmo meticuloso e infalible.
El Invierno en Lisboa confirmó plenamente las cualidades de un autor que se cuenta ya por derecho propio entre los valores más firmes de la actual novela española. El invierno en Lisboa fue galardonada con el premio de la Crítica y el premio Nacional de Literatura en 1988 y fue llevada al cine, con la participación del trompetista Dizzy Gillespie. 

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Bolaño, Roberto - Estrella Distante

 
 
El narrador vio por primera vez a aquel hombre en 1971, o 1972, cuando Allende aún era presidente de Chile. Entonces se hacía llamar Ruiz-Tagle y se deslizaba con la distancia y la cautela de un gato por los talleres literarios de la universidad de Concepción. Escribía poemas también distantes y cautelosos, seducía a las mujeres, despertaba en los hombres una indefinible desconfianza. Volvió a verlo después del Golpe, época en que hasta los poetas jóvenes de dieciocho años, como ellos, se vieron de repente a bocados a una repentina, sangrienta madurez. Pero en esa ocasión el narrador aún ignoraba que aquel aviador de la Segunda Guerra Mundial, y Ruiz-Tagle, el aprendiz de poeta, eran uno y el mismo. Y así, en un ineludible recorrido por las muchas bifurcaciones de los senderos de la historia, las mitologías y las literaturas de nuestra época, nos es contada la nada ejemplar fábula de un impostor, de un hombre de muchos nombres, sin otra moral que la estética, dandy del horror, asesino y fotógrafo del miedo, artista bárbaro que llevaba sus creaciones hasta las últimas y letales consecuencias...

Eduardo Mendoza - La ciudad de los prodigios


En el período comprendido entre las dos Exposiciones Universales de Barcelona de 1888 y 1929, con el telón de fondo de una ciudad tumultuosa, agitada y pintoresca, real y ficticia, asistimos a las andanzas de Onofre Bouvila, inmigrante paupérrimo, repartidor de propaganda anarquista y vendedor ambulante de crecepelo, y su ascensión a la cima del poder financiero y delictivo.



Mendoza nos propone un nuevo y singularísimo avatar de la novela picaresca y un brillante carrusel imaginativo de los mitos y fastos locales. Una fantasía satírica y lúdica cuyo sólido soporte realista inicial no excluye la fabulación libérrima.

«Después de varios intentos comprendí que el protagonista absoluto, sin mediación de terceros, tenía que ser Onofre Bouvila, que este personaje enérgico, fantástico y canalla, con sus facetas oscuras y despiadadas, encarnaba mejor que nadie el espíritu de la Barcelona que yo quería representar.» EDUARDO MENDOZA
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Javier Cercas - Soldados de Salamina

 
Soldados-de-Salamina.-Porta
" Los héroes sólo son héroes cuando se mueren o cuando los matan. Y los héroes de verdad nacen y mueren en la guerra. No hay héroes vivos, joven. Todos están muertos. Muertos, muertos.
(...)
El soldado le está mirando; Sánchez Mazas también, pero sus ojos deteriorados no entienden lo que ven: bajo el pelo empapado y la ancha frente y las cejas pobladas de gotas la mirada del soldado no expresa compasión ni odio, ni siquiera desdén, sino una especie de secreta o insondable alegría, algo que linda con la crueldad y se resiste a la razón pero tampoco es instinto, algo que vive en ella con la misma ciega obstinación con que la sangre persiste en sus conductos y la tierra en su órbita inamovible y todos los seres en su terca condición de seres, algo que elude a las palabras como el agua del arroyo elude a la piedra, porque las palabras sólo están hechas para decirse a si mismas, para decir lo decible, es decir todo excepto lo que nos gobierna o hace vivir o concierne o somos o es este soldado anónimo y derrotado que ahora mira a ese hombre cuyo cuerpo casi se confunde con la tierra y el agua marrón de la hoya, y que grita con fuerza al aire sin dejar de mirarlo.
"

Luis Pastor - DUOS

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Juan Jose Saer - El entenado

 LIBROS - EL ENTENADO

Desde la nada -sin nombre y sin padres, pura orfandad e intemperie-y con alta mar como privilegiado horizonte a principios del siglo XVI, un adolescente llega en una expedición española al Río de la Plata. Esas costas de delirio y pesadilla, habitadas por indios cuyos rituales de un arcaico apetito lo enfrentan a otra percepción de la realidad, ocuparán por el resto de sus días el centro de su memoria. Después de diez años de convivencia con los indios colastiné, y ya de vuelta en Europa, el anciano en el que se ha convertido aquel adolescente, escribe la experiencia fundamental de su vida, ese momento decisivo que todo hombre tiene y que lo moldea de forma definitiva: ese gran único ayer de la vida. En El entenado, escrita en 1983, Juan José Saer hace gala de su mejor prosa, y nos coloca ante la ardua interrogación sobre lo real, la historia, la memoria y el lenguaje.

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Fernando Vallejo - La Virgen de los Sicarios

La virgen de los Sicarios

En Medellín, una de las ciudades más violentas de la tierra, un Ángel Exterminador recorre las calles "limpiándolas" de una buena parte de sus habitantes, y librando, de paso, al narrador de lo que parece molestarlo más: el prójimo. Alexis, el ángel, es un chiquillo de las barriadas, un "sicario" o asesino a sueldo, sin padre y sin ley. Poseído por el misticismo de la destrucción, su vida avanza sobre charcos de sangre. Y en tanto las iglesias, mudos testimonios de una religiosidad antigua, se vacían de fieles, la morgue se llena de cadáveres.

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Cristina Pato - Xilento

 
 

1. Os Sentidos
2. En O Sagrado En Vigo
3. Eu Chorei
4. Güirelé
5. Barrosanto
6. Vai De Amores
7. Os Teus Ollos
8. Amada Portuguesa
9. Celtic Blues
10. Escornabois
11. A Descerrajar
12. A Gaita De Melchor
13. Armada Portuguesa (Epílogo)
14. Los Sentidos
15. Y Lloré

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Emil Schildt

Emil Schildt

Federico García Lorca - Pequeño Vals Vienés

 

En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.

Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.

En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados,
hay frescas guirnaldas de llanto.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals, este vals del "Te quiero siempre".

En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orillas tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.

Leonard Cohen mp3

 

miércoles, 26 de mayo de 2010

Love me tender.... Or else...

Soda Stereo - Planta

Sabia savia por mi cuerpo
como oro de Acapulco
voy preparándome
no sé qué me pasa
que ya no puedo volver

(Al oír... al oír...)

Tanto irme por las ramas
ahora recorro las heridas
no fue suficiente fe
una vez por semana
ya no puedo volver

(Al oír... al oír...
al oír... al oír)

Mi voz vegetal:
necesito hoy tener amarrados los pies
en el aire sé que soy nada más que menos
de lo que podría ser

Me resisto
a empujarte a otro juego de azar
en el aire reverbera el ansia de mi voz
mi voz vegetal, vegetal,

amor vegetal

JAVIER MARÍAS: Mañana en la batalla piensa en mí

 
 

VANGELIS - Voices

 
   
 
01 - Voices
02 - Echoes
03 - Come To Me
04 - P.S.
05 - Ask The Mountains
06 - Prelude
07 - Losing Sleep (Still, My Heart)
08 - Messages
09 - Dream In An Open Place
 

Creedence Clearwater Revival - The best of 2003


  • Have You Ever Seen the Rain? (Fogerty)

  • Who'll Stop the Rain (Fogerty)

  • Cotton Fields (Leadbelly)

  • Proud Mary (Fogerty)

  • Lodi (Fogerty)

  • Bad Moon Rising (Fogerty)

  • Down on the Corner (Fogerty)

  • Hello Mary Lou (Pitney)

  • Hey Tonight (Fogerty)

  • Someday Never Comes (Fogerty)

  • Long as I Can See the Light (Fogerty)

  • Lookin' Out My Back Door (Fogerty)

  • Suzie Q, Pt. 2 (Lewis)

  • Green River (Fogerty)

  • Sweet Hitch-Hiker (Fogerty)

  • Up Around the Bend (Fogerty)

  • Molina (Fogerty)

  • Travelin' Band (Fogerty)

  • The CCR Mix

  • Creedence Clearwater Revival - Mardi Gras

     

     

      

    1. Lookin' For A Reason
    2. Take It Like A Friend
    3. Need Someone To Hold
    4. Tearin' Up The Country
    5. Someday Never Comes
    6. What Are You Gonna Do
    7. Sail Away
    8. Hello Mary Lou
    9. Door To Door
    10. Sweet Hitch-Hiker

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