Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en la rama
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay! —pensé—, ¡Cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: “Levántate y anda”!
viernes, 28 de mayo de 2010
Gustavo Adolfo Bécquer - Rima VII. Del salón en el ángulo oscuro
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