sábado, 12 de junio de 2010

JUAN BAÑUELOS - BRASA DESNUDA

Es el momento del deseo.

Acostada, desnuda,

te entiendes como la piel de una colina mordida por el sol.

Empiezo a contemplarte desde tu pie dormido en el aire,

tus piernas puntuales, mientras subo mis ojos,

se dan cita en una dársena negra, sitiada

por húmedos carbones, carbones de labios,

labios de lianas.

En este instante cumplo la edad del deseo

en el rostro más tierno de la tarde.

La fruta resbala,

cada minuto crece, se hincha ardiendo.

A las seis del espejo entro en ti

como él huésped más esperado,

sencillo como el río del día

te cubro con mi piel de hombre,

soy la lengua que recorre tus venas para callarte,

te quito los ojos dolorosamente,

te doy otros dos brazos para pesar la vida,

mi boca llovizna en tus pechos,

rayo tu espalda para escribir tu nombre,

con mis huesos te hablo,

tu quejido es el más largo que escuchará la noche.

Qué animales humanos más hermosos.

Cuando quedamos solos, desnudos cuando termina todo,

graniza la sensación de que el aire

nos ha descubierto.

De Espejo humeante

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